Ramon Emeterio
Betances Alacán

R.H. Ramón Emeterio Betances Alacán (1827 – 1898) 

Ramón Emeterio Betances Alacán, nació en Cabo Rojo, el 8 de abril de 1827, justamente en el lugar donde está ubicada la Respetable Logia Cuna de Betances. Hijo de don Felipe Betances y de doña María del Carmen Alacán, familia acomodada. Su instrucción primaria la recibió en su pueblo natal y la secundaria en Mayaguez. Cursa estudios conducentes a la medicina en Paris, Francia, logrando convertirse en médico cirujano.

Es Betances hombre de temple, enérgico, generoso, de altos principios morales y con ideas libertarias muy afincadas. No toleraba que un hombre esclavizara a otro hombre por razones de raza o posición social. Para Betances el hombre tenía que ser libre en todas las dimensiones de lo que el término libertad significa.

Al regresar a su país ya todo un galeno y observar como crugia el látigo en las ‘ espaldas del negro, pensó en liberar a su pueblo de las garras nefastas de la esclavitud y fundó rápidamente la Sociedad Secreta Abolicionista. La idea redentora brotó en el pensamiento de Betances, al pasar un día con un grupo de amigos frente a una Iglesia Católica de su pueblo en momentos en que en el atrio, un negrito que iban a bautizar, surcaba los aires con sus gritos de angustia. De inmediato uno de los amigos que acompañaban a Betances comentó; “tal vez presiente ese niño la suerte que le espera como esclavo en este “pícaro mundo”. A lo que exclamó el doctor Betances, pues vamos a liberarle.

Y acercándose a la negra esclava que llevaba en su brazos a su hijo, preguntó: Cuánto piden por la libertad de tu hijo? La esclava, madre del niño contestó, mi amo pide 25 pesos antes de bautizarlo y después de bautizado 50 pesos. A lo que Betances manifestó a la esclava, ven con nosotros y te daremos los 25 pesos para su libertad antes que el padre cura llegue. Así libertaron al negrito y se funda de inmediato lo que se conoció como la Sociedad Secreta Abolicionista, que tenía como objetivo comprar la libertad de niños que la esclavitud le esperaba, sin ninguna otra contemplación y esperanza, antes que llegaran a la pila bautismal. 

Este suceso acompañado de la propaganda abolicionista, resalta una importancia real y positiva en toda la isla. La idea de la libertad social para los pobres esclavos se riega como pólvora y hace que el gobernador de la isla, El Capitán General. Marchessi emita una orden de arresto contra el doctor Betances y otros connotados puertorriqueños para que se presentaran ante el gobierno de Madrid. Ante esas amenazas, Betances y Ruiz Belvis optaron por marcharse al exilio antes de obedecer la orden del gobernador.

Ayudados por don Fernando Cordell de Salinas, Betances y Segundo Ruiz Belvis lograron salir de la isla y el 9 de julio de 1867, arribaron a una plava de Santo Domingo, abandonando el bote que los condujo hasta suelo dominicano. Una vez en la playa hicieron fuego para calentarse y preparar café. Después de unos días, Betances continúa su viaje rumbo a Nueva York, así también Segundo Ruiz Belvis. En Nueva York, se separan, ya que Ruiz Belvis sigue su viaje rumbo a Chile. Betances permanece en la ciudad de Nueva York donde se une a los patriotas cubanos que luchaban por la independencia de la Antilla Mayor. Desde los Estados Unidos, Betances toma parte activa en la organización del levantamiento conocido en Puerto Rico como “El Grito de Lares”, el 23 de septiembre de 1868.

El Grito de Lares no tuvo el éxito que se esperaba, ya que la fecha de la revuelta fue descubierta por los españoles y los organizadores de la misma sevieron obligados a adelantar la fecha de las hostilidades. Sin embargo, no empece a ese contratiempo, con el correr de unos años, El Grito de Lares rinde sus frutos. En el 1870, se funda el Partido Liberal Reformista de Puerto Rico y el 22 de marzo de 1873, la metrópoli española accedió a promulgar la ley de Abolición de la esclavitud, se revoca ese mismo año el régimen de la libreta. Un régimen marcado por la explotación, la injusticia y la servidumbre.

Me parece imperdonable no mencionar que para el año 1855, durante la epidemia del cólera que azota a Puerto Rico, Betances se distinguió brindando sus servicios profesionales como médico a todos sin importar la clase social o los recursos que tenía la persona infectada con la terrible enfermedad, que se propagaba como la pólvora debido a que los medios de salubridad existentes eran sumamente pobres y deficientes. Este hombre vivió muy de cerca los horrores que sembró el cólera entre la población esclava de los municipios azucareros, ayudando a combatir el terrible mal.

No le importaba el riesgo que corría a ser infectado, pues era necesario enfrentar la situación con valentía, su pueblo necesitaba de sus servicios, manifestaba. Eran tantos los que fallecían, víctimas de la terrible enfermedad, que los cadáveres eran conducidos a los cementerios en carretas de bueyes y enterrados en fosas comunes. Fundó Betances para esos años el Hospital San Antonio.

Cuando hablamos del terrible mal social que representa la esclavitud, que marchita el espíritu como el cólera mata el cuerpo, no podemos separar al doctor Betances de lo que se conoció en nuestro país como el código negro, ya que es una manifestación más de la esclavitud. También se conoce como el Bando Negro, esta modalidad es implantada en Puerto Rico en el 1848, por el gobernador, el Capitán General, Juan Prim, Conde de Reus. En ese código negro el gobernador, Juan I’rim establece las penas o castigo a individuos de riza africana, libres o esclavos por delitos incurridos contra sus dueños u ofensa a cualquier persona blanca. El decreto constaba de 13 artículos.

A continuación algunos de los castigos que se le imponían a los que violaban el decreto: Aquellos enclavos o negros libres que sostenían riñas entre ni en las calles o lugares públicos, sin hacer uso de otras armas que las manos, que resultasen heridos leves, sufrían los esclavos 25 azotes y entregados de Inmediato a sus amos. Los negros libres se le penalizaba con 15 días de trabajo en los caminos públicos o 25 pesos de multa. Si en la riña se utilizaba armas de fuego o blancas, y solo resultaban heridas leves, el esclavo sufría una pena de 8 años de presidio y 6 años de presidio el Individuo libre. En caso que las heridas fuesen graves, el esclavo era castigado a 10 años de prisión y a 8 años el que fuera libre. En caso de muerte o mutilación, el agresor era castigado con la pena de muerte. El esclavo que hurtase hasta el valor de 8 reales (1.00) o un poco más, sufría 200 azotes en tandas proporcionadas y entregado a su amo.

El código negro tiene como propósito mantener a los esclavos bajo el estricto dominio de sus amos. A los esclavos se le prohibía beber agua-ardiente, portar armas, ejercer violencia fisica contra sus amos, reunirse con otras personas y sobre todo fugarse. Disponía el código negro además, que en la primera fuga el esclavo perdía una oreja y por segunda vez podía ser decapitado.

Ramón Emeterio Betances, el prócer, combatió todos estos atropellos sin descanso y hasta las últimas consecuencias, sin importarle su seguridad personal.

Después del Grito de Lares, Betances se marchó a Francia, estableciendo su residencia en París. Aquí ejerce su profesión como médico cirujano y cultiva el arte literario, escribiendo numerosos artículos donde resalta su afán patriótico por la libertad de Cuba y de Puerto Rico. Por otro lado, escribe sobre aspectos de la medicina, el cólera morbo y la elefantítis. 

Aprovecha tambien y escribe una de sus obras más importantes, su ensayo titulado, Las Antillas para los Antillanos.

Por su trabajo y esfuerzos por la causa cubana, La Junta de Nueva York, lo nombró, Representante diplomático junto al gobierno francés. No empece a su vida agitada en las lides patrióticas, jamás olvidó el cultivo de las ciencias, las letras y el ejercicio de su profesión como médico de primer orden. También entabló y estableció una gran amistad con el personal de la Embajada Norte-América en París.

Su casa en París fue una fragua política. Siempre vivió enamorado de la libertad y de su ideal, La Confederación de las Antillas, sueño que compartía con Eugenio María de Hostos y el historiador arecibeño, Cayetano Coll y Toste.

El gobierno francés honró a este patriota con la Cruz de la Legión de Honor. Este hombre manifestó siempre, no soy anti-español, ni nuversivo, ni separatista, ni odio a España; combato la tiranía, porque la libertad de mi patria está por encima de otras consideraciones y eso lo ponía pugna con el gobierno de la metrópoli. Por el pontrario mantenía buenas relaciones con los líderes del Partido Republicano Español. 

Prueba del trabajo sin descanso de Betances en Pro de la libertad, es la proclama de los Diez Mandamientos de los hombres libres, que escribe

A saber:

1. Abolición de la esclavitud. 
2. Derecho a votar todas las imposiciones.
3. Libertad de Culto.
4. Libertad de Palabra.
5. Libertad de Imprenta.
6. Libertad de comercio.
7. Derecho de reunión.
8. Derecho a poseer armas.
9. Inviolabilidad del ciudadano.
10. Derecho de elegir nuestras autoridades.

Betances y José Marti, el apóstol de la revolución Cubana, mantenían una frecuente corres-pondencia. En una de las carta que José Martí le escribe, le solicita su ayuda en pro de la revolución.

Un fragmento de una de esas cartas dice como sigue: “Yo conozco la indomable fiereza que anima y distingue a ud. en nuestras causas y el respeto que por ello ha sabido hacer que se le respete.

Yo sé que no hay mar para ud. entre Cuba y Puerto Rico y siente ud. en su pecho los golpes de las armas que hieren los nuestros: ¿Querría contribuir con su ayuda valiosa a organizar en París un grupo vigoroso y activo de auxiliares de nuestra seria y creciente revolución? Y a renglón seguido insiste, ¿Qué americano honrado se resistiría a su voz noble? 

Betances responde al llamado de su amigo, José Marti, escribiendo numerosos artículos, apoyando con todas las fuerzas de su espíritu la revolución cubana por su independencia y a su amigo que representaba la bugia de esa revolución. Todos esos artículos escritos bajo el seudónimo del “Antillano”.

En la misma forma que Betances sostenía comunicación escrita con José Martí, la mantenía con su amigo y compatriota, Eugenio María de Hostos. Me parece muy oportuno traer un breve y emotivo trabajo que titulo Hostos, Recuerdos de Betances. En este escrito recoge Eugenio María de Hostos una frase tomada de una carta del patricio

caborrojeño, que le envió después de leer “La Peregrinación de Bayoán”. Betances discrepa de la tesis en que se funda, La Peregrinación de Bayoán. Insiste que pensar así, es todavía tener la esperanza que España pueda enmendar su posición de tiranía contra las antillas. Descarta Betances dicha tesis con estas palabras que dirige a Hostos: “Cuando

Ne quiere una tortilla hay que romper los huevos. Tortilla sin huevos rotos, o revolución sin revuelta, no se ven”.

Betances escribe la novela, La Virgen de Borinquen en el 1859, la que proyecta para todos los efectos prácticos a su novia, la caborrojeña, María del Carmen Henry. Una guapísima joven que muere días antes a su matrimonio, ya planificado. Para Betances fue un trauma dificil de superar y inlentras vivió en Cabo Rojo, le llevaba rosas a la tumba de su amada todos los días.

VIDA MASONICA 

Este prócer no sólo fue hombre de ciencia, escritor, abolicionista, sino también un masón libre y de buenas costumbres. Se inició en la masonería en la Respetable Logia, Unión Germana

Núm. 8 de los Valles de San Germán. La madre logia del ilustre Santiago R. Palmer Irizarry y de Segundo Ruiz Belvis. Sus actividades patrióticas y In práctica de la medicina, no le impedían llevar a mnbo una labor filantrópica como masón.

El 29 de marzo de 1867, se hizo la petición (le la carta constitutiva de la Respetable Logia Yaguez Núm. 10 de los Valles de Mayaguez y el Dr. Metances figuraba como uno de sus fundadores y como su orador. En todo lugar que tuvo la oportunidad de manifestarse este masón, enfatizó lo que a la postre se convierte en una máxima, “América para los americanos y las Antillas para los Antillanos”. Y de ahí el seudónimo, El Antillano une aparece en la mavoría de sus obras y sus escritos. Muere este ilustre Puertorriqueño que brilló con luz propia, el 16 de septiembre de 1898. A la hora de su partida le acompañaba su esposa, Simplicia Isolina Jiménez Carlo, contaba con 71 años de edad. Sus restos mortales fueron trasladados a Cabo Rojo en el 1920, los mismos descansan en el Centro de la Plaza de Recreo que lleva su nombre.

Su obra,sus ejecutorias, su legado es monumental, digno de imitarse. Su tratado sobre la Elefantitis fue reconocido por diferentes Escuelas de Medicina de Europa y usado como libro de referencia. En su honor la Respetable Logia Cuna de Betances Núm. 42, lleva su nombre, fundada en el 1906, ya una logia centenaria. Para la, masonería es muy honroso que un hombre de la talla del Dr. Ramón Emeterio Betances haya caminado por sus Valles. 

Fuente: Personalidades Masónicas de Borinquen (2007) 
Autor: Manuel Soto Matías 

Learn how we helped 100 top brands gain success.

Let's have a chat